El IoT en el trabajo (Internet on Things, que, en castellano, significa Internet de las Cosas) cada vez está más presente. Se trata de una tendencia tecnológica que ya se está implantando en numerosos espacios de oficinas y no tiene marcha atrás.
A grandes rasgos, implica que Internet no tenga que estar vinculado a un punto de conexión fijo, como una computadora. El acceso a la Red puede estar disperso en diferentes objetos, prendas o elementos arquitectónicos. El mobiliario de la oficina, de hecho, es uno de los puntos en los que podemos encontrar este tipo de anclaje a la Red.
¿Qué caracteriza a una oficina interconectada?
Una oficina interconectada es la que cuenta con un acceso a Internet múltiple, ya que este se disemina por diferentes partes de ella. Estos puntos de acceso pueden estar presentes en artículos que llevan los trabajadores, como los relojes. Pero sobre todo demuestran su utilidad en forma de sensores.
Estos sensores, que pueden ser instalados en los lugares que te interesen, aportan información medible sobre los usos de la oficina. Se aprovechan, por tanto, los beneficios combinados de los edificios inteligentes y el Big Data o análisis masivo de datos.
Las ventajas del IoT en el trabajo
En cuanto a las aportaciones de estos sistemas, hemos de señalar que permiten mejorar la productividad, puesto que son capaces de medir cuánto tiempo están los empleados en los diferentes espacios. De este modo, es posible tomar decisiones que optimicen desde la ergonomía a la seguridad, pasando por la climatización.
Ten en cuenta que obtienes información en tiempo real, por lo que incluso los procesos de mejora pueden automatizarse, lo que implica un importante ahorro de tiempo y dinero. También por lo que respecta a la eficiencia energética.
En definitiva, IoT en el trabajo equivale a incrementar el rendimiento con el menor gasto.
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